martes, 10 de marzo de 2015

Restaurante Villa de Avilés

DE CANGAS DEL NARCEA A AVILÉS

“La vida es como una caja de bombones, y nunca sabes cuál te va a tocar.”
        
         Teníamos la sensación de que en nuestra cita anterior habíamos descubierto el bombón más suculento, y éramos conscientes de la dificultad que tenía mejorarlo. Pero como manda la tradición, debíamos seguir buscando la perfección.

Historia. Desarrollo.

        Esta vez, le tocaba el turno al cachopo de “Villa de Avilés”, situado en la calle Marqués de Mondejar n. 4; entre los metros de Manuel Becerra, Ventas y O´Donell. No es difícil encontrar la calle -al menos si vas desde “Manuel Becerra”- y mucho menos encontrar el restaurante. Un letrero grande y verde corona la puerta.

El que escribe no fue el primero en llegar, pero tampoco el último.

         Al entrar, ya se da uno cuenta de que no va a comer sobre mantel de tela. La barra a la derecha, y un salón espacioso que transmitía la sensación de que, en su caso, tiempo pasados fueron mejores. Al fondo parecía haber otro salón, pero al ser entre semana, estaba cerrado.

         Cuando la selección de balonmano marcó el gol a Dinamarca en el último minuto, nos prepararon la mesa. Antes, habíamos tomado unas cervezas. Los miércoles tienen una promoción en la que tomando cinco cañas -Mahou-, te invitan a la siguiente -miau-. Digo esto último, porque la cuenta de las cañas se hace de forma manual por parte del cliente en una tarjetita que te entregan con la primera, pero con la algarabía del partido y la ilusión de volvernos a juntar, a más de uno se nos olvidó actualizar la chuleta.

Mesa de madera. Fuerte, robusta. Mantel de papel, no me equivocaba.

         Iba a empezar el partido de vuelta de copa de SM el Rey entre el Atleti y el BarÇa cuando nos repartieron las cartas y pudimos ver el menú. Puede ser que como lector/a, estos datos deportivos no te aporten mucho, pero si los recuerdas sirven para describir las sensaciones que experimentamos en la cena. Un comienzo con mucha ilusión, y a medida que avanzaba el partido, se iba desinflando.

         Andábamos debatiendo sobre cuantos entrantes pedir y la cantidad de cachopos cuando al abrir la carta descubrimos la gran variedad de estos últimos que había. La sorpresa, al primer minuto de juego ;).





         No es que hayamos visitado muchos sitios hasta la fecha, pero nunca nos habíamos enfrentado a una carta tan larga.... -”¿Y si los probamos todos?”-. La carcajada fue unísona y la respuesta, también: NO.

         Tras debatir cuáles serían los mejores y negociar qué quesos elegíamos, al final ganaron estos tres: TERNERA C/ QUESO DE CABRA Y CECINA, TERNERA C/ CABRALES y TERNERA C/ QUESO, JAMÓN Y PIMIENTOS. Para que al día siguiente no tuvieramos que enviar demasiados faxes, decidimos pedir sólo un entrante: CHIPIRONES A LA PLANCHA.
        
         En cuanto a lo que se iba a beber, ninguna duda. En “Villa de Avilés” tienen un cubo de 3 sidras extraordinarias por 8,50 €.


         Llegaron los chipirones y con ellos el primer disgusto. Lo bueno que tiene cocinar a la plancha es que respeta la materia prima y apenas tiene grasa. Pues bien, el que hizo aquello no pensaba ninguna de las dos cosas. Además, lo completó haciendo un sofrito de cebolla quemada para los tentaculos. Una lástima, porque el tamaño de la ración era buena y los bichos estaban frescos. Quizás el Dios de los chipirones debiera castigar a las manos que les hicieron acabar así:




Unos culines y a seguir comiendo. Llegaba el turno del plato estrella, el motivo de nuestras reuniones: EL CACHOPO.

         Podría pararme a describir cada uno de ellos, pero haré una valoración conjunta ya que a través de las imágenes también os podéis hacer una idea. Todos venían con patatas -¿caseras?-, pimientos asados -de bote-, y tenían el mismo tamaño -mayor que un tenedor-. Su relleno también era generoso. El queso se fundía y no salía sangre de los filetes al cortarlo.







Al cortarlos, nos dimos cuenta de que era muy difícil que de allí saliese sangre -cosa que tampoco nos gusta-, ya que se debieron pasar un buen rato en la freidora. Demasiado grasientos y demasiado fritos. Tanto, que el rebozado se desmenuzaba y se separaba del filete.
Jamón y pimientos.

Queso de cabra y cecina.
      
             Al momento de meternos el primer bocado, todos coincidimos: “se les ha ido la mano con la sal.” (Realmente fue un: “está salao de cojones”, pero prefiero no transcribirlo ya que suena fatal). Pensamos que sería culpa del jamón, que al freírse siempre da más gusto, pero no. Los posteriores también estaban cargaditos.

Al cabrales.


         A pesar de ello, no quedó absolutamente nada en los platos a excepción de algunos pedazos del rebozado. Y es que podremos tener el paladar más o menos desarrollado, pero ninguno pecamos de mala educación.

         Una vez terminados los cachopos y las sidras, parecía que no quedaba lugar para el postre. Parecía, porque debido a la amabilidad del propietario, al pedir los cafés nos trajeron unos chupitos de yerbas con un pedacito de tarta de chocolate para cada uno; así que tuvimos que hacer hueco. No por hambre, sino como decía, por buena educación.



Desenlace y crítica final.
        
         Llegado el momento... ¿Qué hace un cachopero como tú, en un sitio como este? Pues lo mismo que todo el mundo, pagar. Y no fue caro, la verdad. Con las bebidas previas, las durantes, toda la comida y algún café, cinco elegantes caballeros cenamos por 96,30 €, poco menos de 20€ por cabeza.
        
         Como habéis podido ver y leer, acabó siendo una cena generosa tanto en cantidad, como en grasa y sal. Un placer para los endocrinos y los nutricionistas. Simplemente como curiosidad, decir que fue tan, tan, tan generosa, que a uno de los comensales se le hizo una argamasa en el intestino, lo que le llevó a tardar un par de días en hablar con el sr. Roca.


         Por último, y parafraseando al gran A. Sanchidrián, el cachopo de Villa de Avilés te lo recomiendo si te gusta hacer sopas de pan en la freidora y chupar sal.
Información:
Restaurante Villa de Avilés
Facebook
C/ Marqués de Mondejar, 4
Madrid 28028
Tel.: 91 356 83 26