lunes, 20 de abril de 2015

Restaurante Oviedo

El Restaurante Oviedo era una de nuestras cuentas pendientes desde hacía un tiempo. Por cierta fama que le precedía tras la lectura de algunos artículos en la red respecto a él y por proximidad geográfica (comodidad) respecto a los domicilios de algunos de los miembros del grupo.
Costó algún tiempo más del esperado, pero finalmente nos decidimos a darle el honor de ser visitado por nuestra hermandad y de pasar por el experto juicio de nuestros paladares y el ácido humor de nuestra ironía innata.

El restaurante está ubicado en una de las 'nuevas zonas' más interesantes de la ciudad: Madrid Río. Espacios verdes, jardines, sol y ocio lo rodean.. pese a lo cual nos dio la sensación de no tener una demasiado buena ubicación para ir. Ligeramente lejos de cualquier parada de metro nos hizo dudar si no nos lo habríamos pasado un par de veces mientras andábamos desde la glorieta de Pirámides. Además está algo escondido en los soportales de un edificio retranqueado respecto a la calle principal (el Paseo de Yeserías, que transcurre paralelo al ya mencionado Madrid Río). Supongo que para los vecinos del barrio sí que debe ser un buen punto para tomar algo.. pero para los forasteros pilla un poco a desmano.
(Cabe comentar que nosotros fuimos, como comentaba, al del Paseo de Yeserías.. puesto que los mismos dueños tienen otro con la misma denominación justo al otro lado del Río, en la calle Antonio López.. del cual no podemos opinar puesto que no lo hemos visitado, aunque asumamos estándares de calidad similares)

Pero bueno... vayamos a lo importante. El lugar y la experiencia culinaria.

Estuvimos tomando unas cañas en la barra haciendo tiempo mientras nos reuníamos el grupo completo y nos poníamos al día de las menudencias de nuestras mundanas existencias y cada ronda fue acompañada por unos aperitivos que, sin ser una delicatessen, estaban por encima de los habituales panchitos, patatas fritas y aceitunas que se encuentran muy a menudo en un bar medio.
Una vez terminado el repaso a nuestras últimas anécdotas indicamos al camarero nuestra intención de cenar. Creo que tienen un salón de comidas pero, al ser un día entre semana con no mucha afluencia de púbico, nos ubicaron en una zona contigua a la de la barra en la que había algunas mesas. La decoración y la mantelería eran un poco viejunos, pero nada escandaloso. Lo justo para provocar algún comentario jocoso de unos muchachos tan dicharacheros como nosotros con 3 cervezas en el cuerpo.

Al igual que nos ocurrió la última vez, la cita cachopera coincidió con un partido del Atlético de Madrid (Copa del Rey frente al Barcelona? Podría ser..) con lo que fue una agradable sorpresa para los miembros más futboleros del grupo ver que tenían un proyector en la sala en el que estaban poniendo dicho partido (aunque todos coincidimos en que la bombilla del proyector hacía mucho que había superado con creces su vida útil estimada).

En lo referente a la comida (a qué hemos venido a aquí??) fue agradable comprobar que mientras decidíamos qué pedir de comer y una vez con las bebidas ya en la mesa, no faltaron los aperitivos como en la barra (como dije antes, nada como para tirar cohetes, pero variado y un gesto de agradecer, dado que vas a pedir comida y su cortesía no se riñe con el razonable interés de todo restaurador de que mires la carta con el mayor hambre posible para que pidas mayor cantidad).
Aperitivos pre-cena (en la barra fueron mejores)
Tras ojear la carta nos asaltó la habitual duda en estos casos. ¿cómo de grandes serán los cachopos? Pedimos algún entrante? (claro!!) ¿Cuantos entrantes?
La solución, la de siempre: preguntar al camarero.
Tras su comentario llegamos a la conclusión de que nos podíamos permitir el capricho de pedir un par de entrantes y, aún así, pedir luego 3 cachopos para compartir entre 5 comensales (el tiempo diría que no nos equivocamos), así que solicitamos una ración de Calamares a la Romana y una de Sepia a la plancha. Somos tradicionales para ciertas cosas... ¿Y de beber? Albóndig... esto.. Sidra, por supuesto.
Calamares y sidra. La merienda de los campeones.
Dimos cuenta de esas raciones con una ligereza impropia para alguien que ha estado ya un buen rato picando en la barra y al que le esperan 3 cachopos.. Tanta ligereza que la sepia se escapó de nuestros reporteros gráficos.
Tras esto llegaron los cachopos, con un aspecto cuanto menos sorprendente.. aunque la sorpresa no fue tan grande puesto que ya habíamos visto por internet alguna foto del particular método de presentación con que los hacen en el Restaurante Oviedo.
Dicha presentación era el servirlos con lo que parecía ser una capa de queso gratinado por encima.. lo que le da un aspecto casi de lasaña más que de cachopo. El caso es que tras verlo y probarlo (mmm.. vale.. creo que fue rematando el tercero) uno de los del grupo se dio cuenta de que sabía demasiado suave para ser queso... y tras fijarnos en ese punto, llegamos a la conclusión de que era una bechamel muy suave en lugar de queso. Tan suave es la bechamel que realmente no es algo que cambie sustancialmente el sabor del cachopo salvo por lo sorprendente del aspecto en el plato.
Aspecto de los cachopos con la bechamel gratinada

Detalle de cachopo con cuchillo para calibrar tamaño
El caso es que tras la sorpresa inicial no tardamos mucho en hincarles el diente a los cachopos (observando que pese a la bechamel por encima el rebozado estaba crujiente), momento en que una de las características del cachopo de este restaurante se nos hizo evidente: la carne.
Los cachopos del Restaurante Oviedo se hacen con filetes de buey... y eso.. se nota. Más aún si se usan filetes de un grosor generoso y, bajo nuestro criterio, se consigue dar a la carne su punto justo para que se mantenga tierna sin sangrar en exceso.
La carne sonrosada nos dio muy buenas sensaciones
En esta ocasión el relleno de jamón y queso quedaron eclipsados por la calidad de la carne y la cremosidad general del conjunto.. pero algunas veces, en algunos escenarios, no destacar es lo mejor que puedes hacer para no estropear una estupenda puesta en escena coral. En cualquier caso, el relleno era muy correcto.
En resumen, y tras dar buena cuenta de los tres cachopos, la sensación general es que era uno de los que, en conjunto, más nos habían gustado de todos los que hemos probado.
El conjunto general era muy sabroso y sin tener la sensación de estar comiendo algo pesado o grasiento (teniendo en cuenta que estamos hablando de un cachopo, claro).

Fue tal el subidón por el sabor del cachopo (la última experiencia no había sido especialmente buena) que nos crecimos y nos animamos a pedir un postre. Optamos por unos frixuelos que, tras llegar a la mesa, comprobamos que es donde este restaurante saca margen económico por su baja relación calidad/precio.
Pequeños, casi sin relleno... decepción de frixuelos!
La decepción nos llevó a necesitar algo para remontar el vuelo (sí.. subidones y bajones de ánimo casi consecutivos.. así somos cuando se nos desequilibra el litio) y la opción fue clara: refrescantes combinados de bebidas espirituosas para facilitar la digestión nocturna de estos manjares.
Cada combinado salió casi por el mismo precio que ese triste frixuelo, así que .. compensó un poco la sensación de sablazo dulce.

La dolorosa fue comedida en esta ocasión pese a los excesos dulces y alcohólicos lo que hace que los cachopos de este restaurante (18 euros cada uno) se colocan cómodamente en el podium de nuestras preferencias personales madrileñas... y parece que sube ahí para quedarse.
Nuestro HAMOR por El Cogollo ha sido puesto seriamente en entredicho. Tendremos que volver pronto a renovar nuestros votos.

El tiempo lo dirá.


Información:
Restaurante Oviedo
Web - Facebook
Paseo de Yeserías, 45
28005 Madrid
Tel.: 91 474 73 80


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