martes, 9 de junio de 2015

Restaurante Casa Portal

Para esta nueva quedada de cachoperos nos hemos ido hasta el barrio de Goya, al lado del retiro, al restaurante Casa Portal.

Restaurante Casa Portal

Lo conocimos ya que participará en las Jornadas del Cachopo 2015, del que ya os hablamos en una entrada anterior. Las referencias en Tripadvisor no eran malas, y aunque es cierto que no hablaban mucho del Cachopo en sí, suelen ser consecuentes con la calidad en general.
Normalmente no suelo consultar en profundidad la página web del propio restaurante, porque lógicamente todo es maravilloso. Primer error.
Reservamos, pero no hubiera hecho falta, ya que éramos 10 personas en total, de un aforo de 40 aprox.

La decoración por fuera es tradicional, parece la de un bar con solera que ha querido mantener su identidad, como si fuera el café Gijon. Nada más entrar nos golpea un fuerte olor a cabrales. Nos íbamos a hinchar.
La decoración interior es como la de un bar antiguo de Asturias. Hay una delgada línea entre lo tradicional y lo trasnochado, entre lo vintage y lo viejo, entre lo clásico y lo viejuno, y este restaurante ha traspasado esa línea posicionándose claramente en la segunda acepción de cada pareja.

Al lío.
Como siempre quedamos un rato antes de la hora de la reserva para tener tiempo a tomar unas cervezas en el bar y ver que tal pinchos ponen. Solemos cenar muy pronto, porque algo que la experiencia nos ha demostrado es que si nada mas cenar te vas a la cama, te dura el cachopo hasta la noche siguiente.
Las tapas prometían, de primeras un bollo preñado, con chorizo y huevo. No podía estar más seco y mas duro. Esos eran mayores de edad. Le siguieron unos trozos de pan Bimbo untados con algo y una tortilla que claramente era comprada, quizás hasta congelada.


Bollos preñados y San Miguel

Por cierto, el camarero tuvo la habilidad de servir tres rondas sin ni siquiera abrir la boca. Muy majo él.
Vamos para dentro. De momento cero. Los cachopos serian mejor.

Para pedir los entrantes fue complicado, había poca variedad y sobre todo subido de precio. Mientras nos decidiamos nos pusieron un salmorejo de la casa. Buen detalle, además que estaba bueno. Pedimos unas socorridas croquetas, de cabrales y de verduras, que estaban muy buenas, y una tortilla de bacalao. Previamente preguntamos si iba a ser como la que nos sirvieron fuera (una mierda) pero con bacalao. Y no, eran caseras, pero era una tortilla francesa con bacalao. Muy buena, pero muy pequeña para su precio y muy distinta a lo que esperábamos.



Croquetas de Verdura / Cabrales
Tortilla de Bacalao
Llegó la hora del cachopo. En este caso no había variedades, así que tan solo tuvimos que elegir la cantidad. Aconsejados por el camarero pedimos uno para cada dos.
El tamaño era grande, de los mayores que hemos visto, y venían cortados y acompañados de patatas fritas caseras y pimientos de piquillo por encima. A primera vista se les veía compactos y un poco tostados.



El (majestuoso) Cachopo

Al servirlos, el color ya no apuntaba, el queso era rosa de haberse mezclado con la sangre, lo cual no tendría por que ser malo, porque significaría que estaban frescos, pero por alguna razón mosqueaba ya que no nos lo habíamos encontrado nunca. El rebozado era perfecto, no tenía ni un drugo y era demasiado uniforme. De nuevo estamos en lo de antes, debería ser algo bueno, pero huele mal.
El filete estaba muy duro, muy seco, lo que no cuadraba con la presencia de sangre.


Corte (en rosa)
Discutiendo entre nosotros como si fuéramos entendidos, llegamos a decir que había que ser químico para saber lo que había pasado con estos cachopos. Pero vamos, que viendo ese color entre rosado y morado, lo duro que estaba, el rebozado que tenía y lo poco que tardaron en sacarlo, yo he llegado a la conclusión (personal) que esos estaban ya hechos y congelados, pero vamos, como Dios pintó a Perico. Era mucho más parecido a su primo el San Jacobo que a su pariente francés, el Cordon Bleu.
Lo de las patatas no tiene explicación. Quizás el aceite un poco frío. Malas.
Aún así no sobró mucho. Quizás por la sidra, que esa sí estaba buena.

De postre pedimos un arroz con leche casero. Unos cuencos planos, con una mano de azúcar tostada a soplete y que habían formado un caramelo tan duro que casi no se notaba el sabor del mismo arroz. Me imagino al cocinero creyéndose un Dabiz Muñoz con el soplete de los chinos... Tirando a malo también.

Arroz con leche

Al final nos invitaron a una copita de licor de hierbas (esta vez no nos dieron a elegir entre varios licores) que bueno, aunque buen detalle, no apaciguó el descontento general.

Os acordáis cuando os hablaba al principio que el primer error de no mirar la web del restaurante? Pues aquí está el intríngulis. No es muy habitual, pero en la página está la carta incluyendo los precios. Si hubiera mirado me hubiera dado cuenta que el pseudo cachopo costaba nada menos que 26, el más caro con diferencia hasta la fecha.
Al final 28por cabeza. Exagerado.


"La dolorosa"
No volveremos. Y ellos ya pueden espabilar y bajar el precio si quieren hacer algo en las Jornadas del Cachopo de Madrid, porque es algo que está en auge y puede ser el principio del fin.

Mención especial a nuestro invitado ilustre de la noche, Toni, que se desvirgaba en esto del Cachopo y lo hizo con mala pata, pero ni siquiera protestó. Te prometemos que a la siguiente te llevamos a uno de los que vamos sobre seguro.

Información:
Restaurante Casa Portal
Web
C/ Doctor Castelo, 26
Madrid 28009
Tel.: 91 574 20 26


martes, 19 de mayo de 2015

Marisquería La Chalana

Nuestra sexta incursión para ver quién merece el título de 'El mejor cachopo de Madrid' nos llevó hasta el Restaurante marisquería La Chalana, en Plaza de España. '¿Marisquería?' como los anteojos que retroceden en los dibujos animados para confirmar lo que han visto... Pues sí, marisquería. ¿Y qué pinta en un concurso de la mejor carne? Pues eso mismo pensamos nosotros, pero como los comentarios en los foros y resto de puntos de documentación hablaban bien de ello, adelante Bonaparte.

A primera vista, el lugar tenía pinta de pijín, por lo que daba la sensación de cocineros que se esfuerzan en crear delicatessen y frustrados por no haber sido seleccionados para Master Chef. Y las numerosas ofertas parecían indicar que vivió tiempos mejores, pero no íbamos a prejuzgar.

El que suscribe estas líneas llegó el primero, otros ni siquiera llegaron...

Ya os lo decía, pinta de pijito...

El ambiente. Aunque el aire (físico) que se respira está bastante condicionado por el tamaño de su boina, en general Madrid es una ciudad cosmopolita, que se caracteriza por acoger con los brazos abiertos a todos los inmigrantes que hemos llegado aquí: asturianos que echan de menos su tierra, toledanos en busca de trabajo, subsaharianos buscandose la vida..., el clima entre la gente es bastante movidito, entretenido y muy dado a las relaciones sociales. En la Chalana se daba gente de todo tipo: grupos de japos probando las típicas marisquerías madrileñas, toledanos que salen de currar y hacen un blog sobre el cachopo en Madrid, ejecutivos con chaquetas que vienen directos del curro y no tienen blogs sobre cachopos...

Entre los camareros también podíamos hacer alguna clasificación, porque igualaban casi en número a los parroquianos allí presentes (por poner un ejemplo, había uno que custodiaba el acceso a un pasillo que no daba a ningún sitio). Con esto, el servicio es bastante bueno, ya que es todo bastante personalizado y cuando estás a medio camino de levantar la mano ya escuchabas el '¿Unos culines?' del camarero más cercano. Buen detalle el hecho de que nos cambiasen de mesa una vez ya colocados para que tuviéramos un lugar más accesible para ver el fútbol (al cual no hicimos ni puto caso).

Mención especial merece la pompa de la 'camarera/gestora de reservas/nosequé' que, a sabiendas de que era receptora de miradas más o menos rijosas (entre el 3 y el 9), hacía lo posible por jugar a que siguiera siendo así.

Valoración del trato: 5/5.

Juzguen ustedes mismos...

El salón era bastante acogedor

El Manzanares. El río madrileño nunca se ha caracterizado por ser el más caudaloso del mundo, ni sus vegas por ser las más fértiles precisamente. Todo parecía indicar a juzgar por la primera cañita que con el asunto de la bebida todo iba a ser así: la primera en la frente, unas cerves en vaso pequeño con unas aceitunas manzanilla para ir abriendo boca (no la abráis mucho, la vais a llenar enseguida). La segunda ronda no decepcionó en absoluto y vino acompañada por unos frutos secos de los que se dan en los bautizos: kikos, tostones, panchitos... Ranciedad máxima.

Vámonos, que empieza el fútbol. Así que nos sentamos y empezamos a ver cómo funciona el sistema de pedir la sidra por culines servidos por ellos (a 55 céntimos cada uno) en vez de auto-escanciado por botellas, con lo que se pierde la tradición de encenagar el suelo y al de al lado con un futuro olor que haría las delicias de cualquier pareja esperando rodillo en mano en casa.
Además tenían un curioso ábaco para contabilizar los que llevabas, y cada vez que pedías una ronda se ponía una arandela/cuenta en el palo. Ya sé que así resulta difícil de entender, por eso adjuntamos foto. Resultaba bastante difícil engañar porque había casi más camareros que comensales y, al final, este sistema solo sale un poquito más caro que botella a botella.

Valoración de la bebida: 3/5.

Pincho años 50

El cilindro anti-trampas


Los alrededores. Si tuviéramos que identificar los alrededores del cachopo con los de nuestra ciudad, sin duda serían Alcalá de Henares, Aranjuez, El Escorial y Chinchón. Las excursiones típicas que se hacen dentro de la Comunidad de Madrid.

'Guiados' por uno de nuestros camareros cambiamos las rabas por calamares, que "eran frescos, no de bolsa".., y dio en el clavo. Un poquito más caros, pero mereció la pena. +1 para el camarero. Bueno no, ¡qué coño!, seguro que también ganan más...
La joya de la corona de los entrantes fue el pastel de cabracho. A mí, sinceramente, no me gusta el pescado y menos si es de color rosa, pero este era increíble. Aderezado con una salsa rosa también para seguir el espectro cromático, era merecedor de haber pedido otros dos o tres para cada uno. Céntrate que viene el cachopo.
[...]
Y los postres no estuvieron nada mal tampoco: Tarta de fruta de la pasión y mousse de chocolate blanco con salsa de frutos del bosque (ambas aderezadas con el correspondiente zurullito de nata de spray). Un poco caros, pero ya se sabe que pagas el tiempo que estás ocupando la mesa en la que otros podían estar sentados comiendo un cachopo (gracias MiQui). De hecho, se veía que nos querían espabilar rápido, que tenían gente a la espera (buena señal, por otra parte).

Valoración de los entrantes y salientes: 5/5.

Unos calamares...

El delicioso pastel de cabracho
Tarta de fruta de la pasión
La mousse de chocolate blanco


Villa de Madrid. Vamos al grano. A lo gordo. Madrid, centro económico, cultural, casi geográfico y capital de este país en crisis que se hace llamar España, como el cachopo lo es de nuestras experiencias gastronómicas, de la quedada mensual con los amigos de siempre que hace que el último de sus miércoles tenga lugar el mejor momento de cada mes.
Como os decía antes, era una marisquería. ¿Es posible que el cachopo esté bueno? Chicote diría que diversificar tanto la carta es un poco complicado.
De tamaño está bastante bien (tomad como referencia el cuchillo). De hecho, nos quedamos un poco sorprendido cuando un cliente cercano a nosotros pidió uno... ¡¡para él solo!! A decir verdad, en su estómago debía caber perfectamente.
Los componentes ya son otra cosa. De fuera a dentro, el empanado no estaba muy empalagoso y fijo al filete; los filetes estaban un poquito duros (quizá porque eran un poquito finos y los amantes de la ternera ya sabéis que con unos segundos más de la cuenta en el fuego se queda un poco suela); el jamón normal, sin peros; y el queso con poco sabor, bastante simple.
Visto así parezco bastante crítico, pero a mí personalmente me gustó.

Valoración del cachopo: 3/5.
Fotito con el cuchillo de referencia según ISO-9207
El Cachopo en todo su esplendor

Corte transversal


La economía. Ay que joderse con la dichosa crisis... Y que no salimos de ella. Venga construir pisos y pisos por encima de nuestras posibilidades y ¡Boom!. Estalla todo. Pues a juzgar por la afluencia de gente al restaurante, parece que se están viendo brotes verdes, porque estaba a tope.
Realmente el precio no estaba mal. La hostia que se podía uno esperar en un bar con pinta de pijo lleno de ejecutivos y guiris no fue la de (el mencionado durante la velada) Mayweather, sino la de un púgil de categoría inferior. Ahí os dejo la cuenta de 4 comensales. A mí me parece un precio bastante razonable que se mueve más o menos en lo que está el mercado en Madrid... pero los bolsillos no están todos iguales.
Por si ya vais necesitando gafas para ver de cerca.. os lo dejo puesto aquí: el cachopo, 16€

Valoración del precio: 4/5.

Y la dolorosa


Como supongo, mis compañeros no se harán responsables de las valoraciones cualitativas ni cuantitativas vertidas en este post, pero las opiniones son como los culos: cada uno tiene el suyo.

¡Hasta el mes que viene!


Información:
La Chalana
Facebook  - Web
Calle San Leonardo, 12 

28015 Madrid
Tel.: 915 417 683

martes, 21 de abril de 2015

Sidreria Casa Antonio

Con esta entrada esperamos no decepcionar, pero fue una cagada por nuestra parte....

Básicamente porque solemos valorar el cachopo clásico (relleno de jamón serrano y queso) y en esta ocasión se nos fue el santo al cielo y, en vez de pedir el clásico, pedimos otras variedades. Deberemos hacer otra visita y probar el clásico para poder valorarlo pero, en cualquier caso, os contamos la experiencia.

Comencemos por comentar a qué lugar fuimos en esta ocasión. El lugar elegido fue la 'Taberna Sidreria La Cebada Casa Antonio' o, como se le suele conocer más habitualmente, Casa Antonio. Está ubicado en la parte de atrás del archiconocido Mercado de la Cebada, a escasos 200m de la salida de Metro de La Latina, lo cual lo hace especialmente apetecible para visitar en cualquier momento que se ande por el centro de cañas.
Nada más entrar caímos en un detalle que nos habían comentado. No era excesivamente cómodo porque las mesas son altas y se cena en taburetes. No es un infierno, porque no son los más incómodos que he visto... pero.. eso, son taburetes altos.
La zona de cenas

Pinchitos en la barra
La carta (no está tan sucia como parece.. era un estampado)


Antes de cenar mientras nos reuníamos, estuvimos tomando unas cervezas en la barra para tomar el pulso al lugar. Habíamos leído bastantes crónicas de visitas (como solemos hacer para elegir nuestros destinos) y en este caso había opiniones de todo tipo, buenas y malas y con críticas y elogios, bastante dispares.. así que nos decidimos a ir a salir de dudas.

Una crítica que leímos varias veces era sobre que los camareros eran unos sosainas (si no bordes). En un principio, en la barra, pudimos comprobar que un poco sosos sí eran (al menos la chica rubia que nos atendía allí), pero una vez nos sentamos a cenar, comprobamos que no se podía generalizar esa crítica y que el chico que nos atendió era bastante majo, nos pregunto, aconsejo y soltó algún chascarrillo...

Tras pedirle consejo respecto al tamaño de los cachopos (siempre viene bien hacerlo.. y estos tenían fama de grandes) nos recomendó que pidiéramos uno y picoteo.. o dos sin nada antes. Y eramos cuatro!! Eso nos picó el orgullo así que decidimos pedir dos y algún entrante. El entrante finalmente fue 'ligero'. Pedimos unas croquetas para hacer boca.., mitad de jamón y mitad de boletus. Las croquetas eran caseras. No son como las de tu abuela, pero estaban buenas y eran grandecitas.
Las sonny crockett
 
Como decía antes, pedimos dos cachopos. Tienen variedades no muy habituales de rellenos y como nos habíamos levantado esa mañana rumberos, pedimos cosas algo diferentes a lo habitual (como comentamos en la entradilla del artículo). Finalmente nos decantamos por uno de jamón y foie y otro de jamón, pimientos piquillo y queso La Peral (que nos explicó el camarero que era un queso fuerte, similar a Cabrales, pero sin la denominación de origen).

El camarero, sin fiarse de nosotros del todo, nos dijo que nos sacaba uno.. y que si podíamos con él, al ir terminando le avisábamos y nos sacaba el siguiente (lo cual nos dio a entender que los debían tener preparados y era solo darles un golpe de freidora.. lo cual se confirmó con los tiempos de entrega desde que le dijimos que lo trajera y apareció en la mesa con él).

El de jamón y queso La Peral estaba bueno, pero el queso es un poco fuerte para mi gusto aunque al resto de comensales les pareció muy rico. Así que si el queso fuerte no te gusta, esta variedad esta desaconsejada!! El otro cachopo que realmente fue el primero que sacaron (el de jamón y foie) nos decepciono bastante. Tenía un sabor un tanto agrio o amargo que no supimos muy bien a que se debía y no lo terminamos.. dejándonos además un regusto raro en el paladar y en la cabeza para lo que vendría después. (manejamos muchas teorías y ninguna especialmente agradable.. aunque quizá simplemente fuera que lo que usaron en vez de foie no lo era - se veía como una pasta blanquecina, cuando el foie no puede deshacerse así... Quizá era paté!)

He de decir que los cachopos eran bastante generosos y grandes (probablemente los más grandes que hayamos visto hasta ahora.. por extensión y grosor). Uno para dos personas se queda largo como no vayas con mucha hambre o no renuncies a picotear cualquier otra cosa!
Atentos al tamaño con el cuchillo como referencia

Relleno del queso La Peral.
La cuenta fue bastante comedida en relación con el tamaño (20€ cada cachopo), lo cual amortiguó el disgusto por el foie y nos permitió irnos a ahogar las penas a un bar cercano con un combinado fresquito.

La cuenta
 
 
Información:
Sidrería Casa Antonio
Facebook
Plaza de la Cebada, 12
28005 Madrid
Tel.:
626 58 68 67

Campeonato de Cachopos de Madrid 2015

Los amigos (referentes, precursores y semidioses) de La Guía del Cachopo informan a través de su cuenta en Facebook del comienzo de los preparativos de las próximas Jornadas y Campeonato 2015 de Cachopos en la Comunidad de Madrid, lo cual nos deja en un estado de júbilo y excitación que no nos ocurría desde el último concierto de El Koala.

Os dejamos el cartel como aperitivo.. pero en cuanto los participantes sean confirmados lo publicaremos por aquí. Id haciendo dieta!


lunes, 20 de abril de 2015

Restaurante Oviedo

El Restaurante Oviedo era una de nuestras cuentas pendientes desde hacía un tiempo. Por cierta fama que le precedía tras la lectura de algunos artículos en la red respecto a él y por proximidad geográfica (comodidad) respecto a los domicilios de algunos de los miembros del grupo.
Costó algún tiempo más del esperado, pero finalmente nos decidimos a darle el honor de ser visitado por nuestra hermandad y de pasar por el experto juicio de nuestros paladares y el ácido humor de nuestra ironía innata.

El restaurante está ubicado en una de las 'nuevas zonas' más interesantes de la ciudad: Madrid Río. Espacios verdes, jardines, sol y ocio lo rodean.. pese a lo cual nos dio la sensación de no tener una demasiado buena ubicación para ir. Ligeramente lejos de cualquier parada de metro nos hizo dudar si no nos lo habríamos pasado un par de veces mientras andábamos desde la glorieta de Pirámides. Además está algo escondido en los soportales de un edificio retranqueado respecto a la calle principal (el Paseo de Yeserías, que transcurre paralelo al ya mencionado Madrid Río). Supongo que para los vecinos del barrio sí que debe ser un buen punto para tomar algo.. pero para los forasteros pilla un poco a desmano.
(Cabe comentar que nosotros fuimos, como comentaba, al del Paseo de Yeserías.. puesto que los mismos dueños tienen otro con la misma denominación justo al otro lado del Río, en la calle Antonio López.. del cual no podemos opinar puesto que no lo hemos visitado, aunque asumamos estándares de calidad similares)

Pero bueno... vayamos a lo importante. El lugar y la experiencia culinaria.

Estuvimos tomando unas cañas en la barra haciendo tiempo mientras nos reuníamos el grupo completo y nos poníamos al día de las menudencias de nuestras mundanas existencias y cada ronda fue acompañada por unos aperitivos que, sin ser una delicatessen, estaban por encima de los habituales panchitos, patatas fritas y aceitunas que se encuentran muy a menudo en un bar medio.
Una vez terminado el repaso a nuestras últimas anécdotas indicamos al camarero nuestra intención de cenar. Creo que tienen un salón de comidas pero, al ser un día entre semana con no mucha afluencia de púbico, nos ubicaron en una zona contigua a la de la barra en la que había algunas mesas. La decoración y la mantelería eran un poco viejunos, pero nada escandaloso. Lo justo para provocar algún comentario jocoso de unos muchachos tan dicharacheros como nosotros con 3 cervezas en el cuerpo.

Al igual que nos ocurrió la última vez, la cita cachopera coincidió con un partido del Atlético de Madrid (Copa del Rey frente al Barcelona? Podría ser..) con lo que fue una agradable sorpresa para los miembros más futboleros del grupo ver que tenían un proyector en la sala en el que estaban poniendo dicho partido (aunque todos coincidimos en que la bombilla del proyector hacía mucho que había superado con creces su vida útil estimada).

En lo referente a la comida (a qué hemos venido a aquí??) fue agradable comprobar que mientras decidíamos qué pedir de comer y una vez con las bebidas ya en la mesa, no faltaron los aperitivos como en la barra (como dije antes, nada como para tirar cohetes, pero variado y un gesto de agradecer, dado que vas a pedir comida y su cortesía no se riñe con el razonable interés de todo restaurador de que mires la carta con el mayor hambre posible para que pidas mayor cantidad).
Aperitivos pre-cena (en la barra fueron mejores)
Tras ojear la carta nos asaltó la habitual duda en estos casos. ¿cómo de grandes serán los cachopos? Pedimos algún entrante? (claro!!) ¿Cuantos entrantes?
La solución, la de siempre: preguntar al camarero.
Tras su comentario llegamos a la conclusión de que nos podíamos permitir el capricho de pedir un par de entrantes y, aún así, pedir luego 3 cachopos para compartir entre 5 comensales (el tiempo diría que no nos equivocamos), así que solicitamos una ración de Calamares a la Romana y una de Sepia a la plancha. Somos tradicionales para ciertas cosas... ¿Y de beber? Albóndig... esto.. Sidra, por supuesto.
Calamares y sidra. La merienda de los campeones.
Dimos cuenta de esas raciones con una ligereza impropia para alguien que ha estado ya un buen rato picando en la barra y al que le esperan 3 cachopos.. Tanta ligereza que la sepia se escapó de nuestros reporteros gráficos.
Tras esto llegaron los cachopos, con un aspecto cuanto menos sorprendente.. aunque la sorpresa no fue tan grande puesto que ya habíamos visto por internet alguna foto del particular método de presentación con que los hacen en el Restaurante Oviedo.
Dicha presentación era el servirlos con lo que parecía ser una capa de queso gratinado por encima.. lo que le da un aspecto casi de lasaña más que de cachopo. El caso es que tras verlo y probarlo (mmm.. vale.. creo que fue rematando el tercero) uno de los del grupo se dio cuenta de que sabía demasiado suave para ser queso... y tras fijarnos en ese punto, llegamos a la conclusión de que era una bechamel muy suave en lugar de queso. Tan suave es la bechamel que realmente no es algo que cambie sustancialmente el sabor del cachopo salvo por lo sorprendente del aspecto en el plato.
Aspecto de los cachopos con la bechamel gratinada

Detalle de cachopo con cuchillo para calibrar tamaño
El caso es que tras la sorpresa inicial no tardamos mucho en hincarles el diente a los cachopos (observando que pese a la bechamel por encima el rebozado estaba crujiente), momento en que una de las características del cachopo de este restaurante se nos hizo evidente: la carne.
Los cachopos del Restaurante Oviedo se hacen con filetes de buey... y eso.. se nota. Más aún si se usan filetes de un grosor generoso y, bajo nuestro criterio, se consigue dar a la carne su punto justo para que se mantenga tierna sin sangrar en exceso.
La carne sonrosada nos dio muy buenas sensaciones
En esta ocasión el relleno de jamón y queso quedaron eclipsados por la calidad de la carne y la cremosidad general del conjunto.. pero algunas veces, en algunos escenarios, no destacar es lo mejor que puedes hacer para no estropear una estupenda puesta en escena coral. En cualquier caso, el relleno era muy correcto.
En resumen, y tras dar buena cuenta de los tres cachopos, la sensación general es que era uno de los que, en conjunto, más nos habían gustado de todos los que hemos probado.
El conjunto general era muy sabroso y sin tener la sensación de estar comiendo algo pesado o grasiento (teniendo en cuenta que estamos hablando de un cachopo, claro).

Fue tal el subidón por el sabor del cachopo (la última experiencia no había sido especialmente buena) que nos crecimos y nos animamos a pedir un postre. Optamos por unos frixuelos que, tras llegar a la mesa, comprobamos que es donde este restaurante saca margen económico por su baja relación calidad/precio.
Pequeños, casi sin relleno... decepción de frixuelos!
La decepción nos llevó a necesitar algo para remontar el vuelo (sí.. subidones y bajones de ánimo casi consecutivos.. así somos cuando se nos desequilibra el litio) y la opción fue clara: refrescantes combinados de bebidas espirituosas para facilitar la digestión nocturna de estos manjares.
Cada combinado salió casi por el mismo precio que ese triste frixuelo, así que .. compensó un poco la sensación de sablazo dulce.

La dolorosa fue comedida en esta ocasión pese a los excesos dulces y alcohólicos lo que hace que los cachopos de este restaurante (18 euros cada uno) se colocan cómodamente en el podium de nuestras preferencias personales madrileñas... y parece que sube ahí para quedarse.
Nuestro HAMOR por El Cogollo ha sido puesto seriamente en entredicho. Tendremos que volver pronto a renovar nuestros votos.

El tiempo lo dirá.


Información:
Restaurante Oviedo
Web - Facebook
Paseo de Yeserías, 45
28005 Madrid
Tel.: 91 474 73 80


martes, 10 de marzo de 2015

Restaurante Villa de Avilés

DE CANGAS DEL NARCEA A AVILÉS

“La vida es como una caja de bombones, y nunca sabes cuál te va a tocar.”
        
         Teníamos la sensación de que en nuestra cita anterior habíamos descubierto el bombón más suculento, y éramos conscientes de la dificultad que tenía mejorarlo. Pero como manda la tradición, debíamos seguir buscando la perfección.

Historia. Desarrollo.

        Esta vez, le tocaba el turno al cachopo de “Villa de Avilés”, situado en la calle Marqués de Mondejar n. 4; entre los metros de Manuel Becerra, Ventas y O´Donell. No es difícil encontrar la calle -al menos si vas desde “Manuel Becerra”- y mucho menos encontrar el restaurante. Un letrero grande y verde corona la puerta.

El que escribe no fue el primero en llegar, pero tampoco el último.

         Al entrar, ya se da uno cuenta de que no va a comer sobre mantel de tela. La barra a la derecha, y un salón espacioso que transmitía la sensación de que, en su caso, tiempo pasados fueron mejores. Al fondo parecía haber otro salón, pero al ser entre semana, estaba cerrado.

         Cuando la selección de balonmano marcó el gol a Dinamarca en el último minuto, nos prepararon la mesa. Antes, habíamos tomado unas cervezas. Los miércoles tienen una promoción en la que tomando cinco cañas -Mahou-, te invitan a la siguiente -miau-. Digo esto último, porque la cuenta de las cañas se hace de forma manual por parte del cliente en una tarjetita que te entregan con la primera, pero con la algarabía del partido y la ilusión de volvernos a juntar, a más de uno se nos olvidó actualizar la chuleta.

Mesa de madera. Fuerte, robusta. Mantel de papel, no me equivocaba.

         Iba a empezar el partido de vuelta de copa de SM el Rey entre el Atleti y el BarÇa cuando nos repartieron las cartas y pudimos ver el menú. Puede ser que como lector/a, estos datos deportivos no te aporten mucho, pero si los recuerdas sirven para describir las sensaciones que experimentamos en la cena. Un comienzo con mucha ilusión, y a medida que avanzaba el partido, se iba desinflando.

         Andábamos debatiendo sobre cuantos entrantes pedir y la cantidad de cachopos cuando al abrir la carta descubrimos la gran variedad de estos últimos que había. La sorpresa, al primer minuto de juego ;).





         No es que hayamos visitado muchos sitios hasta la fecha, pero nunca nos habíamos enfrentado a una carta tan larga.... -”¿Y si los probamos todos?”-. La carcajada fue unísona y la respuesta, también: NO.

         Tras debatir cuáles serían los mejores y negociar qué quesos elegíamos, al final ganaron estos tres: TERNERA C/ QUESO DE CABRA Y CECINA, TERNERA C/ CABRALES y TERNERA C/ QUESO, JAMÓN Y PIMIENTOS. Para que al día siguiente no tuvieramos que enviar demasiados faxes, decidimos pedir sólo un entrante: CHIPIRONES A LA PLANCHA.
        
         En cuanto a lo que se iba a beber, ninguna duda. En “Villa de Avilés” tienen un cubo de 3 sidras extraordinarias por 8,50 €.


         Llegaron los chipirones y con ellos el primer disgusto. Lo bueno que tiene cocinar a la plancha es que respeta la materia prima y apenas tiene grasa. Pues bien, el que hizo aquello no pensaba ninguna de las dos cosas. Además, lo completó haciendo un sofrito de cebolla quemada para los tentaculos. Una lástima, porque el tamaño de la ración era buena y los bichos estaban frescos. Quizás el Dios de los chipirones debiera castigar a las manos que les hicieron acabar así:




Unos culines y a seguir comiendo. Llegaba el turno del plato estrella, el motivo de nuestras reuniones: EL CACHOPO.

         Podría pararme a describir cada uno de ellos, pero haré una valoración conjunta ya que a través de las imágenes también os podéis hacer una idea. Todos venían con patatas -¿caseras?-, pimientos asados -de bote-, y tenían el mismo tamaño -mayor que un tenedor-. Su relleno también era generoso. El queso se fundía y no salía sangre de los filetes al cortarlo.







Al cortarlos, nos dimos cuenta de que era muy difícil que de allí saliese sangre -cosa que tampoco nos gusta-, ya que se debieron pasar un buen rato en la freidora. Demasiado grasientos y demasiado fritos. Tanto, que el rebozado se desmenuzaba y se separaba del filete.
Jamón y pimientos.

Queso de cabra y cecina.
      
             Al momento de meternos el primer bocado, todos coincidimos: “se les ha ido la mano con la sal.” (Realmente fue un: “está salao de cojones”, pero prefiero no transcribirlo ya que suena fatal). Pensamos que sería culpa del jamón, que al freírse siempre da más gusto, pero no. Los posteriores también estaban cargaditos.

Al cabrales.


         A pesar de ello, no quedó absolutamente nada en los platos a excepción de algunos pedazos del rebozado. Y es que podremos tener el paladar más o menos desarrollado, pero ninguno pecamos de mala educación.

         Una vez terminados los cachopos y las sidras, parecía que no quedaba lugar para el postre. Parecía, porque debido a la amabilidad del propietario, al pedir los cafés nos trajeron unos chupitos de yerbas con un pedacito de tarta de chocolate para cada uno; así que tuvimos que hacer hueco. No por hambre, sino como decía, por buena educación.



Desenlace y crítica final.
        
         Llegado el momento... ¿Qué hace un cachopero como tú, en un sitio como este? Pues lo mismo que todo el mundo, pagar. Y no fue caro, la verdad. Con las bebidas previas, las durantes, toda la comida y algún café, cinco elegantes caballeros cenamos por 96,30 €, poco menos de 20€ por cabeza.
        
         Como habéis podido ver y leer, acabó siendo una cena generosa tanto en cantidad, como en grasa y sal. Un placer para los endocrinos y los nutricionistas. Simplemente como curiosidad, decir que fue tan, tan, tan generosa, que a uno de los comensales se le hizo una argamasa en el intestino, lo que le llevó a tardar un par de días en hablar con el sr. Roca.


         Por último, y parafraseando al gran A. Sanchidrián, el cachopo de Villa de Avilés te lo recomiendo si te gusta hacer sopas de pan en la freidora y chupar sal.
Información:
Restaurante Villa de Avilés
Facebook
C/ Marqués de Mondejar, 4
Madrid 28028
Tel.: 91 356 83 26